Lo que puedes aprender de un bebé de dos años sobre llevar un blog
Lanzar un blog no es fácil y puede generar muchos miedos. Esto es lo que podemos aprender de un bebé para dar el paso definitivo.
Cuando empiezas todo es difícil. Para algo se llama partir desde cero. Los adultos tenemos un programa activado que se autoinstala en la adolescencia y nos envía señales de peligro cuando nos metemos en terreno desconocido.
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Manos sudadas, el corazón se acelera, la digestión se activa en momentos inoportunos, etc. Pueden ser todo tipo de reacciones desagradables con las que el cuerpo nos envía una advertencia. ¡No te metas en lo que no controlas!
¿Cómo lanzaría un bebé de dos años un blog?
Por suerte a día de hoy ya no tenemos que huir de leones o escondernos de nuestros enemigos. Lo malo es que el cuerpo no ha aprendido a diferenciar de lo desconocido que nos hace crecer y todo aquello que nos puede costar la vida: lanzar un blog es una de esas pequeñas tareas que requiere salir de la zona de confort y nos puede llegar a causar miedos profundos. Para superar todas las barreras que nos echan atrás, fijémonos en cómo tratará un bebé este asunto.
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Hecho es mejor que perfecto
Los adultos tenemos tendencia a darle demasiadas vueltas a los asuntos. La perfección no existe y es una barrera importante para lograr nuestras metas. Siempre falta algún detalle para lanzar el blog hasta que se pierde esa inercia inicial y el proyecto se abandona antes de haberlo realmente empezado.
Siempre queda tiempo para mejorar. Hecho es mejor que perfecto. Un bebé no le da mil vueltas sobre si es una buena idea o no dar ese paso hacia abajo en las escaleras sin poder aguantarse. Simplemente lo hacen….
Testear los limites
…y luego aprenden de sus errores. Sobre todo a la hora de imponer su deseo sobre lo que quieren los padres. Siempre están en búsqueda continúa de los limites. ¿Hasta dónde me dejan ir y a partir de donde empiezo a tener problemas?
El miedo típicamente frena al blogger a buscar este lado gris del blogging. Prefiere no cabrear a sus lectores por lo que pierde en ocasiones crear un contenido atrevido y extraordinario. En ocasiones es mejor que te pongan a parir que dejar indiferente. Un blog que no genera emociones es un espacio sin alma.
Con la constancia llega el premio
Si me caigo, me levanto. Si me caigo, me levanto. Si me caigo, me levanto.
No lo escuchamos pero estoy seguro que esas pequeñas cabecitas existen mantras y el de arriba es uno de ellos. A veces lloran pero al final siempre se levantan. No se rinden cuando las cosas se ponen difíciles. Incluso superan el dolor y el cansancio mucho mejor que lo haría un adulto.
La constancia tiene un premio increíble. Pocos consiguen llegar a disfrutar de ella porque están orientados al corto plazo. Piensan que redactar 5 artículos es más o menos suficiente para subir las escaleras de la blogosfera.
Ante todo, pasárselo bien
Cuando escribo sobre el blogging tengo la sensación que el 80% es sufrimiento y el 20% de diversión. Uno se olvida fácilmente que ante todo viene la diversión. Relativamente pocas personas tienen un blog porque están obligados a tenerlo. Si necesitas ganar dinero urgentemente crear tu propia bitácora probablemente no es la mejor opción.
Un bebé estaría el 90% del tiempo disfrutando y el 10% “sufriendo” para mejorar y dar más pasos hacia adelante. El intelecto y la experiencia son un don pero en ocasiones pueden frenarte para ir más rápido.
Citando a Eduard Punset. “Desaprender lo sabido es ahora mucho más importante que aprender cosas”. Es la oportunidad única que nos puede reconvertir en bebés para lanzar un blog o hacer cualquier otra cosa que nos obligue salir de la zona de confort.
Excelente artículo.
PS: Leyendolo he disfrutado como un niño de 2 años…
Muy bueno el post Carlos…hay que ver lo que se aprende de los pequeñajos de la casa jaja.
Sobre todo me ha gustado el último punto…personalmente me encanta el blogging y lo disfruto como pocas cosas
un abrazo
Excelente artículo. Gracias por compartirlo.
En realidad, vamos perdiendo casi sin darnos cuenta la disposición natural, que se trae desde la niñez, para afrontar la novedad … Es una llama que conviene mantener avivada para impulsarnos a dar los tan necesarios saltos al vacío que tanto ayudan a crecer.