No penalices errores sino la falta de asumir responsabilidad
Esta semana he impartido una formación externa y me he topado con un caso extremo de falta de asumir la responsabilidad. La idea para este post surgió de ahí.
Me gusta trabajar en las oficinas de Quondos. En comparación con los tiempos cuando éramos una start-up que funcionaba desde el portátil logro sacar únicamente un tercio de las cosas.
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Aquí cada 10-30 minutos alguien quiere saber algo. “¿Carlos, cómo…?”, “¿Carlos, cuándo…?”, “¿Carlos, por qué…?, etc. Y así todo el día. Aunque no sea la forma más efectiva estoy acostumbrado a trabajar de esta forma. He estado más de 1 año trabajando desde casa con 2 peques que continuamente me distraían porque querían jugase con ellos. El hecho de parar y volver a arrancar una tarea es menos un problema porque he tenido una especie de bootcamp durante meses.
También hay que decir que no es lo ideal. La razón de la que sea así en este momento básicamente es mi culpa. Igual que ellos me interrumpen a mi pero yo también lo hago con ellos. Trabajar en la oficina supone perder en efectividad pero ganar en creatividad. Es lo que hay, en algo tienes que sacrificar. Al final valoro más la posibilidad de contrastar ideas y debatir temas en el grupo valorando la opinión de cada uno de los miembros.
El “problema” de las interrupciones tiene que ver también con el miedo de tomar decisiones equivocadas. Preguntándome, las personas se aseguran que lo que hacen es lo correcto. Esto es otro error en el funcionamiento de nuestro equipo que me tengo que apuntar.
Quiero que las personas no me pregunten todo. Prefiero que tomen decisiones incluso arriesgando que en alguna ocasión van a meter la pata. Cuando tienes una start-up como es el caso de Quondos necesitas estructuras que sean capaces de funcionar tanto de forma colaborativa pero también de forma independiente. Equivocarse es una consecuencia y no pasa nada mientras que uno tenga la capacidad de forma instantánea.
Si quieres por lo tanto que las personas asuman responsabilidades, lo último que debes hacer es reñirles cuando se lanzan y asumen un pequeño riesgo. Mi idea es darle la vuelta al asunto. Cada vez que alguien del equipo haga una pregunta “tonta” o que se haya ya respondido previamente debe meter 1 euro en la hucha (sinceramente creo que me matan si intento poner esto en marcha).
Está claro que la posibilidad de contrastar información y consultar la opinión tiene que seguir existiendo pero todo lo que se pueda responder con Google, revisando el correo, utilizando el sentido común, etc. merece una pequeña “penalización”.
¿No te parece? 😉
Carlos, te sugiero que pongas bien a la vista en cada habitación un cartel que diga más o menos:
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“Quien propone se la come”
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Ya verás como se hacen menos preguntas y más iniciativas.
Te entiendo perfectamente Carlos.
Cuando trabajaba por cuenta ajena en una oficina con compañeros las distracciones eran constantes: Rubén como se hace esto, por qué se hace, no lo entiendo… También es cierto que esto antes de la crisis cuando se contrataba gente cualificada en la informática (ojo, hablo de mi antigua oficina) no pasaba tanto, pero cuando luego no primaba la calidad… Pero bueno eso es otro cantar.
El caso es que con el tiempo en la oficina nos propusieron el teletrabajo y la cosa cambió radical, y sí, también se pierden algunas bromas, las historias, etc. Esto aunque no lo parezca también es muy importante.
Así que decidimos hacer una cosa: mantener una llamada de skype grupal todo el día activada, como si estuviéramos en la oficina. 🙂 Y la verdad es que funcionaba.
Ahora incluso trabajando por mi cuenta todavía hablo con mis amigos por Skype. 🙂
Saludos!
La verdad es que sin error existe avance.
Si no querés equivocarte no hagas nada, claro está no avanzaras.
El problema es que tenemos muy poco valorado el error. Siempre que sea un error que te lleve a aprender y a mejorar.