El arte de preguntar
Una cosa tan sencilla como hacer una pregunta podría solucionar muchos problemas si siempre se obtendría una respuesta.
No es posible tener todas las respuestas. El primer paso es conocer la pregunta que te lleva a la solución. Preguntar es la clave para todos nuestros problemas. Sirve para encontrar ayuda, recibir pistas, generar ideas, aprender y muchas más cosas. Si todas las preguntas del mundo tendrían una respuesta, podríamos estar mucho mejor de lo que estamos.
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¿Por qué una cosa tan fácil como hacer una pregunta parece ser tan complicado? En realidad no lo es. El problema es el ser humano y sus emociones que a veces no facilitan que la persona entrevistada nos aporte una pieza para encontrar una solución.
Hay que preguntar (evitar)…
- Sin ofender, culpar o amenazar.
- Sin respuestas obvias en Google.
- Sin ser egoísta poniéndose en la piel del otro.
- Sin exigir una respuesta.
Hay que preguntar (aplicar)…
- Con margen, tiempo y educación.
- Con simpatía, creatividad y humor.
- Con aprendizaje para ambos.
- Con una sonrisa en la cara.
¿Suena fácil no? Apliquémoslo a partir de ahora aunque igual ni acertemos desde el primer momento. Si conseguimos que más preguntas consigan respuestas tenemos la oportunidad de mover el mundo aunque únicamente sean un par de milímetros…
“Una cosa tan sencilla como hacer una pregunta podría solucionar muchos problemas si siempre se obtiene una respuesta.”
Las respuestas no te sirven para nada si no son las adecuadas para ti.
Encontrar aquellas que te lleven hacia el camino de la felicidad son las más difíciles de encontrar.
Las preguntas, para muchos, son un terror. Un terror que va justo tras “Van a descubrir que no lo sé”, y antes de ese está el “No lo sé”. Gran parte de la población cree que si no tiene la respuesta a alguna pregunta es menos que si la tuviese, cuando lo que siempre digo yo es que lo mejor es tener el teléfono del que sepa (e invitarle a un café). Preguntar es la esencia de mi vida, es lo que hacen los niños y lo que seguiré haciendo en el futuro.
Sí, lo sé, “La curiosidad mató al gato…”…pero yo no soy un gato =)
Hola. A veces no se pregunta por el temor a quedar mal, y se prefiere seguir con la duda. Cuando es al preguntar que alivias todas tus dudas, aprendes y te sientes mejor.
En mi opinión, el problema no son las preguntas, sino los objetivos. Si no tienes tus objetivos claros, tus preguntas tampoco serán claras. Y ante eso, no hay forma de encontrar respuestas que valgan la pena.
Carlos, yo te conocí preguntando si podíamos tomarnos un café cuando aún ni si quiera tenía un blog, y después mira todas las cosas buenas que han pasado 🙂
Un abrazo
Hola Carlos,
Dicen que quien no pregunta, no aprende. y yo tengo una consulta para ti ¿Cómo puedo contactar contigo para dialogar acerca de un proyecto que tengo? Sé que tal vez han de llegar muchos igual que yo. Te leo a diario, y tú tienes algo que yo no tengo, y yo tengo algo que puede ser de tu interés.
Si consideras el derecho a la duda, y me la concedes, tal vez de entrada, podríamos dialogar brevemente.
Saludos.